Llega la hora de las drogas, son las dos de la mañana y continuas con tu amigo Jose Bernardo pegado en tu mano derecha mientras que la otra es usada como apollo para un miembro que te ayuda a recobrar tu estado normal.

Transcurridas un par de horas y habiendo rezado a Alá sin saber donde está la Meca, llegas a la entrada de una cueva ocupada por aquel que quiso dormir antes que tú.

El vehículo de los olores habia emprendido su huida por lo que tendrás que esperar a mañana para hacer un nuevo palacio. Mientras tanto te estiras en un verde manto, con el deseo de que cuando tu cabeza se decida, esté seco y puedas oscurecer aun más unos pulmones tan grises como tú futuro.

 By Sircip